Marihuana en el Senado colombiano

Escrito por el 28 septiembre, 2019

Álvaro Villanueva es un conocido columnista del medio comunicacional colombiano, El Heraldo. A mediados de semana, publicó sus impresiones relacionadas con el tema de la marihuana en el Senado de la nación neogranadina, donde varias partes discuten sobre la legalización de esta sustancia, que pudiera dejar más beneficios que problemas para su sociedad.

La marihuana medicinal es la planta de marihuana, con todos sus contenidos o cannabinoides. Su comercialización está en la calle sin restricciones, aun cuando su uso personal trata de ser controlado en algunos sitios. Llegó al Congreso de la República, y aprobado en la comisión 1ª, un nuevo proyecto de ley que propone una reglamentación al consumo recreativo de marihuana en Colombia. Un grupo de legisladores lo impulsan para reglamentar el consumo en el país, y otros lo rechazan.

Algunos proponen diseñar un marco normativo para el cultivo, producción, almacenamiento, transformación, comercialización, uso del cannabis, y sus derivados, para uso en el adulto.

Después de la promulgación de la Ley 1787 de 2016, la cual permite el cultivo y fabricación de insumos y productos de esta planta con propósitos medicinales, ha quedado pendiente gran parte de su reglamentación. Aunque desde 1986 existe la Ley 30 que permite el cultivo y fabricación de productos con cannabis en el país, esta norma nunca fue reglamentada, debido a los problemas relacionados con el narcotráfico en el país.

La nueva propuesta está encaminada al consumo recreativo, es decir, sin fines terapéuticos. Si los honorables senadores incursionan en el conocimiento complicado de la marihuana, cannabis, cannabinoides, tetrahidrocanabinol, cannabidiol y otros 100 componentes, sumados a los numerosos conocimientos bioquímicos, fisiológicos, fotoquímicos, neurofisiológicos, de interrelación con los medios sociales, los relacionados, con efectos farmacológicos y de interacción poblacional; creo que muchos de ellos tendrán que tomarse un largo tiempo si no involucran una buena asesoría científica.

La intervención de un grupo científico en las decisiones, es en este caso obligatoria, pero el peor inconveniente es que muchas de las cosas que se dicen actualmente, no tienen claramente una evidencia científica.

Quienes pretenden aprobar la marihuana con fines recreacionales, aprobaron el gran negocio de vender un diamante que todavía en el mejor de los casos no ha sido pulido.

Cada cual puede consumir hierbas de marihuana como quiera. El control en los niños es responsabilidad de los padres. Las autoridades no lo han logrado hacer en ningún país por su inalcanzable producción y difusión. La principal salida es educativa y de manejo médico, no de represión ni de persecución.

Debemos ser conscientes que la marihuana es diferente al toronjil, a la yerbabuena y otras plantas medicinales. Necesita ser estudiada por su gran cantidad de componentes, de los cuales podrían seleccionarse los principios activos, útiles para el tratamiento de algunas enfermedades.

No hay duda que antes de dar la autorización para la legalización de la marihuana recreacional, se necesitan muchos estudios que ayuden a evitar efectos no deseados, y por el contrario, delimitar su aplicación, a lo que la evidencia ha demostrado hasta el momento.

Es como dejar un arma de fuego en un niño que no conoce sus efectos. Es decir, no se deben tomar decisiones públicas, solamente en aras de favorecer prioritariamente el futuro comercial. Se necesita una inversión alta en la investigación clínica, que nos permita tomar una decisión más acertada”, concluyó en su escrito publicado en El Heraldo.

Calificado

Cabe destacar que Álvaro Villanueva es médico, egresado de la Universidad de Antioquia. Entre sus especialidades se cuentan la de medicina interna en la Universidad del Rosario, mientras que en el Hospital Militar Central se dedicó a las enfermedades infecciosas.

Pasó por la prestigiosa Harvard Medical School de Boston, hizo el Takemi Fellow en salud pública internacional. Fue decano en la facultad de medicina de la Universidad Libre de Barranquilla, además de ser secretario de salud en el departamento del Atlántico. Cuenta en su haber con la Orden de Barlovento, en el Atlántico fue profesor universitario, específicamente en las escuelas de medicina de Unilibre, Uninorte, Universidad Metropolitana y la Universidad de San Martín.

También ha sido médico internista infectólogo en la Clínica Porto Azul, en el Hospital Universitario Cari, en la Clínica Asunción, Clínica General del Norte, Clínica Bautista, Clínica del Caribe, Clínica de la Costa, Hospital Metropolitano de Barranquilla, Hospital San Vicente de Medellín y en el Hospital San Juan de Dios Santa Marta, además que fungió como miembro de la Asociación Colombiana de Infectología, así como de la American Society of Microbiology de Estados Unidos.


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